La escuela es una creación de finales del siglo XVIII y fue pensada como la forjadora de un nuevo futuro para los ciudadanos. Pero esa relación entre futuro y escuela aparece resquebrajada en la situación actual de “crisis de gobierno” e imprevisibilidad. ¿Sigue siendo la escuela la garante de la formación ciudadana, la empleabilidad, la movilidad social, la conformación de identidades nacionales y la apertura a nuevos horizontes?

Los educadores y académicos Darío Pulfer e Inés Dussel analizan la posible desaparición de los sistemas educativos tradicionales en un artículo del blog EDUforics, de la Fundación SM.  

A la idea, cada vez más extendida, de que la escuela está en crisis, se añade un discurso sustentado en el “solucionismo tecnológico”. Se considera que las escuelas son organizaciones anticuadas, rígidas y poco flexibles y se plantean propuestas e incluso revoluciones tecnológicas:

“Frente al aburrimiento, la gamificación; frente al sedentarismo, la deslocalización; frente a la estructura escolar, el aprendizaje espontáneo”, escriben Pulfer y Dussel. Y se preguntan: “¿Es la escuela una institución de la modernidad condenada a desaparecer o languidecer, o la veremos transformarse?”

Tres posibles escenarios para el futuro de las escuelas en el mundo digital

1. El mantenimiento del statu-quo, donde todo sigue como está, con instituciones burocratizadas y crisis recurrentes. 

2. El fortalecimiento de la escuela, con más peso de lo instruccional, más recursos y más oferta en el plano de la formación. 

3. La desaparición de la escuela, ya sea por presión del mercado y apertura de nuevas instituciones educativas no escolares, por la extensión de la sociedad de redes, o por una suerte de implosión de los sistemas ante la dificultad de reclutar nuevos docentes (un problema cada vez más agudo en algunos países del norte).

Pero en la mayor parte de las predicciones se habla más de una mutación de la escuela que de la desaparición de la institución. Actualmente ya hay proyectos escolares que han emprendido el camino de cambiar la forma escolar y son nombradas en la literatura como “innovadoras”, “enriquecidas”, “emergentes”, “extendidas”, “aumentadas” o “creativas”.

Los autores reconocen que hoy la escuela compite con las redes sociales y lo que queda de la televisión, pues estas herramientas proveen saberes, lenguajes y sensibilidades no sólo a las nuevas generaciones sino también a los adultos. Pero esas opciones se limitan a lo que uno puede o sabe encontrar, y se abren brechas importantes entre los sectores sociales, los perfiles de consumo y las generaciones. "Esto habla de que fortalecer la escuela puede ser la opción no sólo más deseable, sino también la que tiene más posibilidades de abrirse paso".

Para los académicos, “la escuela puede ofrecer un contexto donde se puede descansar en otros, en una herencia acumulada, en un saber que otros nos ofrecen, en un encuentro con otros y con lo diverso, en un espacio donde uno puede equivocarse y volver a probar sin mayores consecuencias, más íntimo que las redes pese a su carácter público, y nombrado como un espacio de aprendizaje y no de performance en el mundo adulto, mundo cada vez más competitivo e imprevisible”.

Por otro lado, Pulfer y Dussel consideran que las escuelas deben incorporar la novedad tecnológica y tener cada vez más pantallas y ventanas. Ser más dialógicas y abiertas al mundo, pero conscientes de la necesidad de defender su especificidad en la transmisión y recreación de la cultura y el conocimiento.

“Estamos convencidos que necesitamos escuelas”, afirman. “Si el horizonte es la desinstitucionalización, la desescolarización y el fin del espacio público escolar, las sociedades humanas perderán uno de sus inventos más maravillosos y algo muy valioso para su propia preservación y futuro”.

artículo con información de eduforics.com