Educar para el futuro es la mayor meta y también el mayor reto. Preparar generaciones para que afronten lo desconocido es, sin duda, una de las tareas más interesantes del sistema educativo actual.

David Perkins resume bastante bien dicha labor que debe encararse de la mejor manera en su libro Educar para un mundo cambiante, señalando lo que tus alumnos deben tener entre sus capacidades para abordar con éxito un mañana. Revisemos este extracto que te dará las luces necesarias:

Educar para un mundo cambiante por David Perkins

Todos somos conscientes del escaso impacto que nuestros estudios de primaria y secundaria han generado en nuestra vida personal y profesional posterior. Muchos hemos escuchado aquello de que “olvidamos el 90% de lo que aprendemos en la escuela”, y lo olvidamos porque sólo nos resulta relevante hasta el momento de aprobar los exámenes.

También oímos cansinamente que la mitad de trabajos para los que estamos educando a nuestros hijos hoy, no existirán mañana y que estamos en una época de profunda transformación del mercado y, por tanto, de las empresas y profesionales. La explosión de la digitalización y robotización amenaza con una pronta desaparición a todas las tareas y trabajos basados en la repetición y la memoria, en la mera acumulación de contenidos. Más aún, hoy los robots ya son capaces de comunicarse, empatizar y aprender de su entorno, lo que supone un gran reto para muchos profesionales. Hasta aquí nada nuevo.

Pero en el artículo de hoy os queremos desgranar el contenido de un libro imprescindible no sólo para los profesionales que se dedican a la educación, sino para las familias que tenemos que acompañar este cambio y, ojála, que también para algún responsable encargado de diseñar los curriculums académicos. Imprescindible porque en verdad nos aporta las claves para dar respuesta a las grandes cuestiones que hoy se plantean sobre educación.

Conocimos a su autor, David Perkins, el pasado mes de Febrero, en una formación y debate sobre educación, destrezas y contenidos. David es co-fundador del Proyecto Zero de la Universidad de Harvad, un proyecto que recoge iniciativas y promueve investigaciones sobre el impacto de la educación y los modelos educativos de todas partes del planeta. Es de algún modo una propuesta que “viaja al futuro” y nos advierte de las claves para prepararnos y poder enfrentarnos a él con la debida fortaleza y anticipación.

Future Wise

“Una mano se agita perezosamente al fondo de la clase. Llevas dando clase el tiempo suficiente como para saber con bastante seguridad que la mano se levantaría en cuanto empezaras con el tema, y así ha sido. Con insufrible indolencia, además. Le haces una seña al dueño de la mano en alto: “Oigamos lo que tiene que decir”. Y como es natural, sabelotodo dice: “¿Por qué tenemos que saber esto?”. No siempre tenemos una buena respuesta ante la dichosa pregunta, y en su lugar improvisamos una contestación en una situación ciertamente incómoda: “Porque es uno de los puntos de la unidad que hay que cubrir”; “Porque saldrá en el examen”; “Porque te hará falta para el año que viene”.

“La pregunta, al igual que la caja de Pandora, da lugar al caos, sobre todo si la tapa se queda abierta el tiempo suficiente como para formar un problema realmente grave. Pero ¿qué fue lo que llevó a Pandora a realizar tal transgresión? La curiosidad. Una curiosidad lo bastante fuerte como para empujarla a traspasar los cánones establecidos y desafiar los límites. Al fin y al cabo, la condición humana se basa en la curiosidad, …”

“¿Se te ocurre una pregunta más importante en relación con la educación? Al fin y al cabo, la pregunta en sí es una versión de una de las cuestiones más importantes sobre educación : ¿qué merece la pena aprender en la escuela?”.

El universo en expansión de lo que vale la pena aprender

En las antiguas Grecia y Roma, en la China ancestral, y todas las primeras “escuelas” el contenido, las materias de estudio, se abordaban desde la curiosidad del alumno en interacción con el maestro, una enseñanza generaba miles de preguntas y éstas llevaban al grupo a explorar nuevas áreas de conocimiento, desde la observación, la reflexión y el debate. Los maestros eran conocidos, venerados y buscados por aprendices de todo el mundo, que recorrían grandes distancias en busca del saber que cada maestro albergaba.

Después vino la escuela pública. Era necesario llevar la escuela a todos los niños, pobres y ricos y con independencia de su estatus de origen. Lo que no era necesario fue quitar a los maestros la responsabilidad de generar los contenidos y la interacción con sus alumnos y que ésta pasara a ser definida por un grupo de políticos más o menos interesados que acometieran el absurdo de definir un único curriculum para todos los niños, no importa sus intereses, habilidades, prioridades, entorno o desarrollo.

El aprendizaje dejó entonces de ser fruto de la curiosidad y por tanto de servir al desarrollo individual de cada niño, para pasar a ser algo obligado, limitado, estandarizado, fruto más de la necesidad de homogeneizar al alumnado y anular la capacidad del maestro para generar una comunidad de aprendizaje libre, motivadora, enriquecedora.

Durante los siglos XIX y XX, siglos de expansión empresarial y de los mercados pero también de guerras e innovaciones, la seguridad de tener un puesto de trabajo primaba sobre nuestro deseo de desarrollo, y además era algo viable. Estudiar y tener un título te permitía progresar, tener un hogar, un coche, vacaciones, sueldo fijo, seguro médico, asegurarte una pensión y una vida sin sobresaltos.

Este modelo se esta derrumbando y para nuestros hijos ya no existirá. Las empresas ya no demandan títulos ni conocimientos memorizados, demandan creatividad, iniciativa, emprendimiento, cooperación, conectividad, innovación, productividad, eficacia, valor. Y estas habilidades no se desarrollan en un modelo de escuela donde el alumno es un sujeto pasivo que asume los contenidos sin cuestionarlos, sin criticarlos, sin utilizarlos, sin creatividad, sin curiosidad.

Es hora de volver al concepto de escuela tradicional, una comunidad de aprendizaje donde se exploran contenidos desde la curiosidad y los intereses de los alumnos, a través del pensamiento crítico y creativo. Una escuela en la que el maestro recupera las funciones de mentor, guía, incitador, propulsor, generador, catalizador. Una escuela donde los protagonistas deciden qué aprender y cómo. Una escuela que rompe los límites de todo lo establecido:

“Aunque en la mayoría de los casos el currículum sigue el camino tradicional, hay docentes y centros educativos que han demostrado su superioridad al sobrepasar los límites de lo que normalmente se enseña. Hay al menos seis grandes corrientes, según el aspecto de los límites que se excedan”:

“Juntas, estas seis tendencias reflejan una preocupación por la estructura de la educación. Lo que las convenciones marcan que hay que enseñar puede no servir para desarrollar el tipo de ciudadanos, trabajadores e integrantes de familia y comunidad que queremos y necesitamos. Las habilidades básicas de lectura, escritura y aritmética, por muy sólido que sea su desarrollo, no bastan. Las disciplinas ya conocidas en su versión tradicional, distribuidas en silos independientes, constreñidas por las perspectivas regionales, que se enseñan a todos los que llegan a la comunidad educativa por motivos de comprensión académica, única y exclusivamente, no bastan. El universo de lo que se considera necesario aprender se está expandiendo”.

Yo no voy a decirte qué es lo que merece la pena aprender

Perkins en su libro no nos responde sobre qué exactamente merece la pena aprender. Esta pregunta sólo puede ser respondida de forma individual inmerso en una comunidad de aprendizaje. El aprendizaje es un proceso individual y nadie puede dirigirlo desde fuera. Podrán definir qué enseñar, pero no qué aprendemos.

Por tanto, para el autor, “no consiste tanto en encontrar la respuesta más adecuada como en dejar atrás las malas respuestas. (…) Por consiguiente, en vez de prescribir una lista de temas que sería importante aprender, la misión de este libro consiste en explorar formas mejores de responder a la pregunta. (…) Como una especie de caja de herramientas compuesta por conceptos claves y formas de priorizar que nos ayuden a encontrar mejores respuestas a lo que merece realmente la pena aprender en clase, en nuestras escuelas, nuestros sistemas escolares y nuestros países”.

Nuestros niños se enfrentarán a una sociedad compleja por la velocidad a la que se mueve todo y que hacen tambalear los pilares básicos de la educación tradicional : el curriculum, los agrupamientos, la metodología, la función del maestro/profesor, la evaluación. 5 elementos que hasta ahora han supuesto los limites dentro de los cuales debía suceder el aprendizaje que deben romperse pues sólo trasgrediendo los límites podemos dar una respuesta adecuada para re-imaginar la educación que nuestros hijos necesitan.

No sólo los educadores sino en especial los padres, las familias, tenemos que romper nuestras propias barreras y apostar por una educación más libre y no coartada por las notas, los libros de texto y el curriculum. Confiar en los niños, en su curiosidad, en sus ganas de aprender, pero de aprender cosas que a ellos les interesa y les hacen sentir valiosos.

Aquí puedes ver y comprar el libro

artículo con información de aacclarebeliondeltalento.com