Por una educación sin etiquetas, donde no se afecte el autoconcepto del estudiante es que compartimos este artículo de @tiching, donde se plantea de forma asertiva como tratar con los más pequeños en cuanto a juicios de valor se refiere. El mundo avanza, los modelos e ideales cambian y la educación no puede quedarse atrás. Dañar el autoconcepto de un niño con alguna idea errónea es tan peligroso como descuidarlo. Leamos con atención y convirtámonos en el factor de cambio positivo que le debemos a nuestros alumnos:

El efecto Pigmalión consiste en que las creencias y expectativas de una persona respecto a otra pueden condicionar su comportamiento y la manera en que se percibe a sí misma. Es decir, que si definimos a nuestros alumnos y alumnas con etiquetas como “vago”, “malo”, “tímido” o “rebelde”, lo único que conseguiremos es reforzar ese comportamiento y que finalmente terminen por asumir que son así. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de prácticas, ¡es muy fácil afectar de forma inconsciente el autoconcepto de los más pequeños!

Son varios los casos reales y experimentos en los que se ha podido comprobar las intensas consecuencias de este proceso, destacando el realizado por los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson en 1968, y que recogieron en la obra Pygmalion in the Classroom.

Sin embargo, lo interesante del efecto Pigmalión es que se le puede dar la vuelta y utilizarlo de forma positiva para motivar y aumentar la confianza del estudiante, mejorando además enormemente sus resultados académicos. El objetivo básico debe ser trabajar de forma transversal en potenciar la autoestima del alumno, siguiendo algunas pautas como estas:

Recuerda que, si el niño o niña se siente capaz de conseguir algo (y, además, está motivado para hacerlo), ¡podrá lograr todo lo que se proponga!

Recursos que también debes tener a mano:

artículo original de blog.tiching.com